Autores: Oscar Lamorgia - Viviana Capisciolto - Alejandra Barbazán
Transitamos una época en que los goces privados de antaño ingresan en colectivos universales y se encaminan hacia soluciones rápidas. Se consulta a un analista para desembarazarse de un sufrimiento. Es frecuente que se confunda el motivo de consulta con la demanda de análisis. Un error que descansa en el hecho de suponer que las quejas difusas del consultante, revisten -per se- la estatura de un síntoma. Lo que el psicoanálisis pone en juego es la transformación de una queja en un síntoma. El deseo del analista y su necesaria operación de lectura produce diferencia en la repetición de lo que vuelve siempre al mismo lugar. Incluir el acontecimiento coyuntural en una trama ficcional es hacer que eso hable.
El síntoma es aquello que no olvida ni deja que olvidemos. Es el modo en que se revela la falla estructural. Exceso que desborda la representación. En el curso de un análisis se teje una trama de palabras que aloja un real indecible. Situar ese imposible es hacerle lugar como síntoma.
Un analista crea las condiciones de posibilidad de un decir en el que el sujeto se aloja. Un síntoma para ser considerado tal, requiere efectivamente del concurso real de dos elementos: el sufrimiento en estado puro y la envoltura formal que lo nomina. Lo que equivale a decir que el síntoma es el modo de enunciar el sufrimiento. En un análisis la envoltura formal del síntoma es efecto de la nominación que se sostiene en el deseo del analista. Se pasa de la anomia del padecimiento a un decir que le otorgue un marco entre palabras. Si quien habla se apropia de ese dolor, podrá formular sus verdaderas preguntas.
Nombrar, por parte del analista, es una operación de lectura que apunta a una escritura. La puesta en forma del síntoma es una operación producida por intervención del analista. El síntoma, una vez nominado, apacigua la queja y hace que quien habla esté concernido en tanto redactor del dicho.
Así ese síntoma atrapado en las palabras se embarca en la lógica temporal propia del psicoanálisis. El pasado no es la historia. Se escribe hacia adelante, para dejar de estar presente como padecimiento.
Al decirse, el síntoma se revela como eso que se satisface. Pone en juego el núcleo pulsional que se presenta revestido de sentido. El analista interviene en dirección opuesta a la articulación que hace el inconsciente. Equivoca el sentido y hace corte a la dimensión de la significación, para conmover la satisfacción en juego. Al trastocar la pulsión se va perimetrando un sinthome, camino de una posible identificación con el saber hacer con lo incurable.
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA:
1 - Miller J. A. y otros: La envoltura formal del síntoma. Manantial.
2 - Laurent, E. y otros: Modos de entrada en análisis y sus consecuencias. Paidós.
3 - AA.VV. Su santidad el síntoma. Revista Litoral nro. 20. Edelp.
4 - Freud, Sigismund: Conferencia 17a. El sentido de los síntomas. 1916. Obras Completas.
5 - Freud, Sigmund: Conferencia 23a. Los caminos de la formación del síntoma. Obras Completas, tomo VXI.
6 - Lacan, Jacques: Conferencia de Ginebra sobre el síntoma analítico (1975). Intervenciones y textos. Manantial.