En la clínica, es posible detectar una inconsistencia (simbólica ), entre una posición militante contra las reglas e imperativos “machistas” y ofrecerse en estilo Lolita a las miradas masculinas en posición de objeto vía redes sociales. Lo que se combate en el campo de la movilización está disyunto de la exhibición de selfies de poses, en el mejor de los casos, sugestivas.
La cantidad de me gusta que reciben sobrepasa los mil voyeuristas a la pesca. Hacer del cuerpo propio una mercancía que se muestra no parece dividir a quien la exhibe, que, es la misma que milita en simultáneo contra aquello que estimula, haciendo consistir la banda moebiana.
La distancia entre fantasía y realidad se desdibuja: convergen lo público y lo privado con una salvedad, quién se muestra tiene nombre mientras quien la mira permanece en el anonimato Lolita, ignora quien la mira y puede ser la condición de su impudor. Ese encuentro entre su no querer saber y la mirada inesperada (1), podrían seguramente, hacerlo surgir y detener el empuje al acting que no cesa.
Nudo La libertad del deseo
Subnudo Las pendientes totalitarias del populismo
(1) Esa mirada anterior a cualquier rostro, del que habla J. P. Sartre en El ser y la nada evocada por J. A. Miller en su seminario inédito El desencanto del Psicoanálisis, clase del 5/06/02.
Se trata de la mirada anterior a ningún rostro, donde surge el fenómeno de la vergüenza. En el tiempo donde la mirada del Otro se ha eclipsado, no hay más vergüenza. Está trabajando el último capítulo del seminario 17, de J. Lacan