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El psicoanálisis aplicado en la institución: urgencia subjetiva e inconsciente real

En Comandatuba 2004 se planteaba un escollo mayor para la práctica psicoanalítica: “la pulverización de los síntomas que pierden por ello su función de verdad mentirosa”, señalaba J.A. Miller en su texto “Una fantasía
De allí se seguía, como consecuencia, la increencia generalizada en el síntoma que converge con la subjetividad de la época.
La ciencia modifica la ética trabajando en las profundidades del gusto: la vía propuesta por Freud se presenta como impracticable. Los nuevos síntomas producen epidemias, permiten clasificaciones, tratamientos estandarizados ya que el real en juego es el de la molécula y su correlato capaz de restablecer la homeostasis del organismo. Los síntomas enmudecen y hay rechazo del inconsciente.
El punto de partida de la convergencia discurso capitalista y saber universitario es que eso anda. El fármaco restablece el equilibrio alterado, el trastorno desaparece: eso anda (como lo quiere el amo)
Sin embargo, eso fracasa.

Ese  es el recordatorio de  Comandatuba 2004. Esos sujetos desinhibidos, sin brújula, esquizofrénicos que viven en la sociedad del trauma, del trauma generalizado se topan con la irrupción de lo que se ha llamado la “urgencia subjetiva”, brusco advenimiento de un real sin ley para el cuál los estándares no funcionan y el síntoma no se reabsorbe. En “Efectos terapéuticos rápidos en psicoanálisis”, el trauma es definido como “el encuentro con un acontecimiento que entra en contradicción con un decir fundamental que ha regido la vida del sujeto.” En el curso 2006- 2007 J.A. Miller extrae la urgencia subjetiva como modalidad temporal que corresponde al advenimiento o inserción de un traumatismo. En ese seminario, Miller, trabajando el Prefacio a la edición inglesa del seminario XI, texto de J. Lacanque viene a continuación de la última clase sobre Joyce, se está en el inconsciente, señala J. Lacan cuando “el esp de un laps no llama a la interpretación (ni al sentido) y estamos seguros de estar en el inconsciente”. El análisis de esta afirmación le permite a J.A.Miller  extraer el inconsciente real que de este modo, establece una clara disyunción entre inconsciente e interpretación (o sentido), oponiéndolo al inconsciente transferencial (que es el inconsciente freudiano) Y si bien ese inconsciente transferencial es la estructura del lazo al Otro, del inconsciente que hizo posible la experiencia analítica, la transferencia causa la apertura y posibilita la creencia en el síntoma.

La creencia es lo que en la descripción del sujeto post humano, justamente falla. Luego, la vía abierta por Freud, la creencia en el inconsciente (transferencial) es lo que establece una intersección entre el psicoanálisis y la religión. En la época del Otro que no existe, esa vía es la que se vuelve impracticable. Pero, lo legible, lo que vuelve legible los síntomas en la época del caos generalizado y del no- todo, es la extracción o la posibilidad de enmarcar para aquel que se dirige a un analista en la emergencia de un real sin ley, del S1, del bricolage o del ensamblaje del que su síntoma, por venir, está armado. (S1, a) debe ser enmarcado, extraído para deshacer el nudo goce repetición en juego. Tiempo de ver en la urgencia para concluir sin el tiempo de comprender que proseguirá en otra parte. Establecer un litoral entre S1, a; entre saber y goce. Tomamos aquí al rasgo unario como lo ubica Lacan en el seminario XVII, capítulo V, el saber medio de goce como lo nuevo que aporta Lacan: el rasgo unario es el principio de todo aquello que, nosotros analistas, nos interesa como saber.
El psicoanálisis aplicado a la institución permite un tratamiento de la urgencia subjetiva, que no es sino - urgencia de sujeto- allí donde este se eclipsa.
El inconsciente real, el encuentro con el agujero de lo traumático y el advenimiento de un goce ignorado que sobrepasa la palabra, requieren de una escucha que permita acoger la singularidad, y producir esa emergencia.
Que simultáneamente surja un deseo de saber que permita las vueltas de un análisis, será por añadidura.
Se trata de habilitar una vía en la que el plus de goce aparezca en un ciclo en el que podrá ser tratado, un plus de vida allí donde era la síncopa subjetiva. Esa es la apuesta.

Silvia Szwarc