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Una pragmática que no aplaste al psicoanálisis en extensión.

Una paciente, en el hospital,  relata el malestar que su hijo de 18 años introdujo en su familia, cuando plantea que su trabajo- en la empresa de telefonía celular- consiste en embaucar ancianos con promesas de llamadas gratis. El supervisor les exige que los envíen desde la vereda donde se los ofrecen al interior del local, "donde los acuestan". Ya que son los más vulnerables por no ver bien, también son más fáciles de engañar. La familia escucha en silencio, la indignación que el joven siente. El padre responde: no es más que un trabajo!
La madre se desespera, el muchacho tiene códigos pero el dinero que obtendrá  les viene bien a todos. La intervención consistió en repetir: “Ah! una estafa….” Ella entonces, dijo: “le voy a decir a mi hijo que renuncie”
Se acotó: “El sabe qué hacer….Lo que ignora es qué piensan ustedes”
Lo interesante de esa trivial y cotidiana anécdota es la encarnación del    
 I<a  y del "hacer caer a los viejos".
También es el grado de  convergencia con las propuestas terapéutica de ese  manual del buen vendedor que es el Manual de psicoterapias cognitivas cuya compiladora es Isabel Caro. En el capítulo 28 cuyos autores son Michael Mahoney y James L. Oyler nos muestran un caso clínico, no sin cierta afinidad con el que venimos de describir.
Eva se presenta con una enorme ansiedad y temor a ser despedida del trabajo por su bajo rendimiento."(...)Es interesante que después de ese cambio, Eva hablara con su supervisor del trabajo pidiéndole información sobre su rendimiento. Este no sólo la tranquilizó, sino que le dio un merecido aumento (...)" En la terminación, dice "(...) Eva ya lo estaba haciendo muy bien. Mediante criterios externos, había progresado en su trabajo y estaba ganando más dinero que nunca (...)"(obra citada. página 425). Como se dice en páginas 308-309, que si bien corresponde a otros autores va en el mismo rumbo-  Es necesario para alcanzar tales logros, ir más allá de los límites y de los escrúpulos que los clientes presentan, para optar por los que resulten más funcionales en función de los objetivos a alcanzar y para ello, el terapeuta es un agente importante de validación.
La hipermodernidad sobreabunda en ejemplos y requiere de agentes que curen de la división subjetiva (aquí denominada escrúpulo)
Atravesados por esos imperativos, cómo prescindir del psicoanálisis en extensión, único modo de agujerear el discurso que se quiere universal?
Hemos planteado la convergencia entre la emergencia de la indignación en el muchacho y el modo de abordarlo que el Manual de Terapias cognitivas, propone para satisfacer al Otro social  ya que explicita qué hacer con los escrúpulos, conflictos que las nuevas configuraciones exigen: en una palabra, como convertirse en un canalla para sobrevivir exitosamente. Es en ese contexto, que- resiliencia -se ha transformado en objeto de innumerables investigaciones.
En los servicios hospitalarios, en los centros de consulta y tratamiento, en las múltiples instituciones en las que el psicoanálisis aplicado juega su juego con el partenaire civilización, se trata de erosionar esos imperativos.

A partir de la formulación del juicio de atribución, nadie puede hacerse el distraído. Lejos de servir a la demanda del Otro social, se vuelve posible otra lectura que no sea la alienante, e ir contra el imperativo de goce vociferado -casi- de modo unánime. Sin embargo, como en esos juegos en que las máquinas aprenden y se apropian de los recursos que surgen contra ellas, haciéndolos suyos, y jugar en su beneficio, es indispensable estar permanentemente atento a  aquello que en el discurso de candidatura planteaba E. Laurent como peligro: transformarse en una máquina sin discernimiento y terminar en una perversión polimorfa, como aconteció en algunas experiencias de los C.P.C.T. (Si bien Buenos Aires no es París, y cualquier demanda del Otro social, siempre por definición, está bajo sospecha) no hay psicoanálisis aplicado que no dependa del anudamiento de las tres consistencias que planteaba E. Laurent: Escuela, Instituto, y centros en la forma y variedad que adquiera.

Esa permanente revisión respecto al modo de anudamiento no puede ser otra cosa sino una pragmática capaz de velar porque la extensión no termine mutando en la extinción del psicoanálisis. O ¿no sería pragmática el comentario continuo sobre las formas que la seducción de estas sirenas puede tomar en los demás componentes del movimiento psicoanalítico, al igual que en el campo clínico en general debe ser estimulado. No se trata de obnubilarse ante esta "cognición" que no surge del psicoanálisis, sino más bien el avance de la "política de las cosas" y del cientismo exige una atención constante.”? (Discurso de candidatura. E. Laurent)

Silvia Szwarc